Los iquito, son los miembros de
una comunidad indígena de la que dicen que tiene origen milenario y dado
nacimiento a la que hoy es la ciudad de Iquitos, una metrópoli de cerca de
medio millón de habitantes. De ellos se dice que queda menos de medio millar de naturales y casi ningún hablante de
la lengua indígena, que dicho sea de
paso es un idioma que no ha legado escritura.
Hace 10 años, en la
revista semanal Kanatari, Gabel Sotil García hace algunas referencias sobre
esta etnia. Comenta sobre sus conversaciones con personas, las poquísimas que
quedan de esas agrupaciones, por ejemplo se refiere a que “Don Gabriel Paima Peña, Apu de la comunidad nativa “San
Antonio de Pintuyacu”, confiesa que él ya no puede pronunciar algunas
palabras de su idioma materno, pues ya no puede emitir los sonidos correctos.
La señora Teresa Güímack Saboya, moradora, esposa del Apu y madre de familia,
confiesa también que ella sólo entiende lo que dicen los mayores pero tiene
muchas dificultades para hablar en su idioma y, más aún, agrega, los jóvenes y
niños de nuestra comunidad ya casi no lo entienden. Pero, don Jaime Pacaya
Inuma, teniente gobernador de San Antonio, nos saluda en su lengua madre y
nos explica que, efectivamente, ya su idioma está por desaparecer, pues él es
una de las diez únicas personas, por cierto que mayores, que hablan el idioma
IQUITO…”.
Las palabras se apagan al paso del tiempo, mientras que en las ciudades
los organismos del Estado, nada hacen para reivindicar, promover o despertar la
atención entre comunidades urbanas o rurales por la práctica y el cultivo de
los elementos que conforman la cultura indígena.
Se han hecho tantas revisiones de los orígenes de la ciudad de Iquitos. Se
habló tanto de sus Reducciones evangelizadoras, de los tiempos del caucho, su
apabullante cultura occidental y poco es lo que se ha referido de la etnia que
dio el nombre a la ciudad capital de la Región Loreto. Gabel Daniel Sotil ha
caminado muchos caminos entre bosques y ríos procurando encontrar dónde está la
lengua perdida. Desde que escribió el artículo que aquí refiero, han pasado 10
años y de la decena de personas que hablaban algo y a media lengua el iquito,
seguramente muchas de ellas, ya añejas entonces, ahora no existirán ni la mitad
y por lo tanto la sucesión lingüística está en sus más débiles latidos, casi
muerta.
Los iquito de acuerdo a lo que rescató Sotil García, “acostumbraban a
enterrar a sus muertos en sus propias casas, donde continuaban viviendo los
familiares; que no necesitaban cementerios.”, una especie de mantener el
vínculo con los familiares que quedaban y de esa forma no se “sentían”
abandonados después de morir. Una explicación más o menos de ese tipo es la que
da doña Agustina Yareja, “la más anciana de la comunidad de San Antonio
(estiman que tiene más de 85 años) y que sólo habla el Iquito, mas no el
castellano, nos dice que ahora tendrá que ir al cementerio (señala el lugar en
donde está ubicado) para quedarse sola y abandonada. Antes no era así…”.
Este pueblo tuvo como territorio las cabeceras de los ríos Mazán, Nanay,
Momón, Chambira, Pintuyacu. Vivían en áreas inter-fluviales, con acceso a dos
ríos, es decir en el centro de los bosques.
Estimados les saludo muy cordialmente y les hago una consulta, estamos trabajando en una publicación: la cual requiere una persona que pueda traducir los textos al Lenguaje IQUITO, podrían contactarme con alguna persona interesada en este servicio.
ResponderEliminarMuchas Gracias
Elmer Calderón
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