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3/1/10

EL VERDADERO NOMBRE DEL ESTADIO DE IQUITOS

He ido encontrando a lo largo de muchas décadas, desde que tengo uso de razón, distintas formas de mencionar el nombre del estadio nuestro. Asistía a este escenario sobre la bicicleta del tío Juan Soria, quien habitúe de las famosas “segundillas” (ingresos sin pagar al comenzar a jugarse el segundo tiempo del partido de fondo) nos ubicaba, a mi hermano mayor y a mí, en las tribunas del viejo escenario futbolístico iquiteño, aunque Fernando se escabullía y llegaba hasta detrás de uno de los arcos para presenciar el cotejo – en ubicación privilegiada- al lado del insigne ex jugador del CNI y entonces prefecto del Departamento, Javier “el capi” Méndez Pereira. Desde entonces hasta ahora mismo en que la globalización de las comunicaciones nos permite conocer todo o casi todo al instante, leo y escucho las más graciosas e increíbles maneras de expresarse o referirse al nombre del estadio de Iquitos.

Hasta hoy se me hace fresco en los oídos las palabras pulcramente expresadas por el mejor comentarista deportivo que haya tenido el Perú en toda su historia, Carlos Aquiles García Ruiz, indicando que los encuentros de la primera división se jugarían en el “viejo Max”, aludiendo a nuestro “colosal” estadio. Lo hacía anteponiendo el latínico término stadium seguido de Max Augustín. Habría que creerle al buen sacha limeño, a quien llamaban así utilizando nuestros usos lingüisticos pero que en el español más castizo era el limeño del monte o limeño de la selva. Creerlo desde muy joven me ha servido para no apartarme de la verdad.

Valió la pena creer. Más tarde con mis investigaciones seguidas, me quedé sumamente complacido conmigo mismo al conocer que la utilización del nombre correspondía a lo correcto.

El estadio iquiteño fue escenario de muchas competencias. Desde niño asistí a los choques futbolísticos locales y luego a los partidos de la Copa Perú y desde 1973 –ya adolescente- a los encuentros del campeonato descentralizado peruano. Estuve allí, porque fui parte de la organización de gobierno que tuvo que ver por su demolición el 2005 y luego su construcción casi inmediata ese mismo año para que ahí se jueguen algunos partidos de la primera etapa y semifinal del mundial sub 17.

QUIÉN FUE MAX AUGUSTIN


El estadio de Iquitos lleva el nombre de un noble personaje de la ciudad, Máximo (Max) Augustin Campe. Un europeo llegado desde la lejana Gran Bretaña para afincarse en Iquitos y hacer familia. Un hombre, como dicen los más antiguos, cuando se refieren a él que “no se metía con nadie, hacía lo suyo y con los suyos y no se complicaba la vida con nada ni con nadie”. Habiendo nacido en el lugar donde nació el fútbol, poco conocía de este deporte, diríamos casi nada y menos de otras disciplinas. Falleció el 31 de enero de 1951, sus restos reposan en el nicho 8, nivel c del pabellón San Francisco del cementerio general Miguel Arcángel de Iquitos, en la ahora céntrica calle Alfonso Ugarte.

Una de esas tardes futboleras de Copa Perú, en el novísimo estadio iquiteño, nos entretuvimos en agradable conversa de la historia con el maestro del periodismo Víctor Manuel Velásquez Cárdenas y con Luis Urquizo Olórtegui, veterano de las cosas del deporte de la capital loretana. Busqué de ellos explicaciones de los orígenes del colosal Max Augustín.

CON OLOR A GUERRA MUNDIAL

“En 1942, el mundo vivió momentos sumamente duros. La barbarie de la Segunda Guerra Mundial devastó Europa y los latidos de la muerte podrían extenderse irremediablemente hacia este subcontinente.”, comentaron con seriedad los veteranos deportistas. La ubicación estratégica puso a Perú y la Amazonía en los planes de los aliados que consideraron necesario establecer una base aérea alterna ante el eventual crecimiento de la crisis en el mundo.

Con marcada prisa se puso en marcha la construcción en Iquitos de un aeropuerto alterno. La vida tranquila de la cosmopolita ciudad selvática se trastocó con la visita de barcos del viejo continente, lo que hacía más próxima la participación de Perú en el conflicto armado. Llegaron ingenieros y expertos de la empresa norteamericana Rubber Development Corporation que tenía a su cargo la construcción del aeropuerto.Esto obligó a tomar medidas, a reubicar lo que estaba instalado en el lugar donde debía construirse el nuevo aeródromo. Cerca del lago de Morona Cocha estaba el lugar pero ahí mismo se encontraba el campo de fútbol, el terreno de juego que fue conocido como “Capitán Salaverry”, aunque popularmente era identificado como el estadio "El Polígono", igual nombre que un escenario deportivo que hacía poco había desaparecido.Eran los años en que se jugaban encuentros no oficiales con la participación de tradicionales equipos locales, ahí estaba el decano Atlethic Club José Pardo, Sport Loreto, Colegio Nacional Iquitos, Francisco Bolognesi conformado por los militares destacados para el servicio en la capital loretana pertenecientes a la Fuerza Aérea y el Ejército.

Con fines compensatorios, el gobierno peruano pidió a la Rubber Development Corporation reubicar y construir un estadio para Iquitos. Buscaron un terreno que estaba frente al Club Tennis Iquitos (sic) y que era propiedad del residente inglés llamado Máximo Augustín Campe. Los aficionados solicitaron este terreno para que allí se construyera el estadio. Dice Víctor Manuel Velásquez, que el predio estaba sembrado con árboles de nísperos, guayabas y supayocote, deliciosas frutas tropicales amazónicas, estas últimas similares a las que actualmente son encontradas  en la plaza 28 de Julio de Iquitos.

EL ESTADIO DE LOS AUGUSTÍN
Los constructores del terminal aéreo, que nunca llegó a ser utilizado en la Guerra Mundial, sería más tarde el aeropuerto “Teniente Bergerie” donde en los años de la década del sesenta los aviones operaban comercialmente con el resto del país, iniciaron el cumplimiento de su compromiso y levantaron la primera tribuna empleando madera pesada, construyéndola con cedro y moena, utilizando shungos (madera extremadamente dura) para algunas bases. Los techos fueron fuertes con calaminas de aluminio. Se construyó una sola tribuna con aproximadamente 30 metros de longitud por 5 metros de ancho, cerrando el terreno donde estaba el estadio con sinchinas y alambre de púas.

Al principio los deportistas y la población iquiteña identificaban al escenario como el estadio de los Augustin.

La informalidad hizo que por muchos años el estadio no contará con documentación que acreditará su propiedad. En 1962, cuando el Consejo Nacional de Deportes decidió construir un coliseo cerrado, al lado del estadio, tuvieron algún inconveniente. Los terrenos no habían sido inscritos a favor del Ministerio de Vivienda y Obras Públicas por lo que tuvieron que organizar trámites para actualizar la documentación a fin de  transferir los terrenos a favor del Estado.

Ya fallecido Max Augustín, sus familiares tuvieron que tomar parte en la entrega de los terrenos que gentilmente había donado este noble inglés a favor de los deportes en Iquitos. Para agradecer tanta generosidad a mediados de los años sesenta, el Consejo Nacional de Deportes, que estaba presidido por el Ing. Alfonso Estremadoyro envió un documento de agradecimiento a la familia Augustín por la donación de los terrenos donde hoy se lucen el estadio, el coliseo cerrado y también la piscina a la que poco después construiría el Club de Leones de Iquitos.

En el nuevo coliseo cerrado que inicialmente se llamó "Iquitos" para posteriormente llevar el nombre de "Juan Pinasco Villanueva", se jugó el IV Campeonato Mundial Femenino de Baloncesto.

En marzo de 1967, la Comisión de Deportes de Maynas acordó cambiar la denominación de Estadio Oficial por la de Estadio "Max Augustín", nombre con que ahora es conocido en el mundo entero con una modernidad similar a los más conocidos en los cinco continentes.

31/12/09

LO DE CNI NO FUE MALO PERO PUDO SER MEJOR

Ingresando al recuerdo inmediato, logro escuchar las más escépticas manifestaciones de los hinchas loretanos respecto al futuro de CNI en la primera división del fútbol peruano. Eso sucedía al inicio del torneo, inclusive los más acérrimos seguidores del equipo albo se atrevieron a dudar en que podríamos mantenernos en competencia el 2010. Es que las cosas cuando se comenzó a jugar el descentralizado no pintaban como muchos se imaginaban. El equipo jugaba pero no cuajaba, CNI lograba puntos pero no convencía y si ganaba dejaba dudas.

La campaña de este 2009 terminó en medio de la angustia de la pelea por la permanencia de la categoría, algo incierto hasta la penúltima fecha en que en Iquitos se derrotó al Sport Ancash. Pero hay muchos factores que ahora sirven de argumento para decir que este CNI 2009 no fue malo y que mereció mejor suerte.

Aunque siempre se da aquello que los errores se pagan. Comienzo diciendo que se pagó el derecho de piso. Volvimos después de 16 años, con dirigencia novata para estos menesteres y con el corto tiempo que disponía para armar el plantel de jugadores, se equivocó trayendo para probar hasta casi 50 peloteros. Lo que ocasionó una tremenda pérdida de tiempo y dinero.

Con un modesto equipo llegaron otras equivocaciones dirigenciales. Se apresuraron en desembarcar al técnico Jorge Machuca y en su lugar trajeron al uruguayo Luis Cubilla, quien con tremendo récord en la historia deportiva de su vida sucumbió ante la mediocridad de un grupo de jugadores quienes “hicieron respetar” la pobre idiosincrasia del futbolista peruano y construyeron la “camita” al afamado técnico charrúa y en contra de los intereses del CNI perdieron todos los partidos que dirigió (6 en total) más uno que correspondió al único partido dirigido por Marcial Salazar, quien asumió la conducción del equipo de forma interina hasta que llegó César chalaca Gonzáles, a esto sumamos el choque que se perdió y que le costó el puesto a Machuca. Es decir se perdieron 24 puntos al hilo, de manera consecutiva que obviamente nos hundió. Qué hubiese pasado si de ese total hubiésemos ganado solamente la mitad; estaríamos en un campeonato internacional o por lo menos al final encima de media tabla.

El tiempo y la experiencia vivida debe dar solidez para mirar este año, aunque con la crisis encontrada al final del camino, ocasionada por la renuncia -posteriormente revocada- del presidente del club Iván Vásquez Valera, hay algo de atraso que puede ser recuperado y se debe mirar las cosas con mayor expectativa.

La campaña de este año puede parecer mala, pero lo aprendido fortalece para mirar de otra forma la temporada que se viene. Hay que darle a chalaca Gonzáles los elementos que necesita para que ese equipo no termine como este año, cierto que salvándose de categoría pero jugando a no perder e intentando con la ayuda de la suerte una victoria por la sorpresa de los contra ataques. Eso como consecuencia de la carencia de hombres que saben hacer goles y que no tienen una marcada vocación ofensiva.

Dinero y voluntad, la búsqueda de financiación para armar el equipo es lo que le queda hacer a la actual dirigencia. La afición responde, eso nadie lo duda. Responde con su característica corrección que le ha valido el reconocimiento de la Asociación Deportiva de Fútbol (organismo rector del fútbol rentado) que le ha otorgado a Iquitos el premio Fair Play, en razón a su correcta actitud durante los partidos del campeonato 2009. Además que el estadio Max Augustín de Iquitos fue el de mayor concurrencia del año aunque eso no es lo mismo con la recaudación, ya que en otros escenarios las entradas tienen un precio mayor.

Este 2010 que se avecina debe ser mejor, debe encontrar a CNI con mayores experiencias recogidas y con una visión diferente. Lo que solamente hay que invocar es el respaldo regular y sostenido de nuestra afición. Es duro el camino pero es necesario ser mejores y para lograr este propósito, primero hay que querer.

18/1/08

SEXO, ALCOHOL Y ALCAHUETERIA DEL FUTBOL PERUANO

Futbolistas de espaldas al profesionalismo y al
ejemplo del comportamiento

La magalización de los escándalos y los ampayes de la sociedad cholywudense peruana son cuestionados por un sector de la población, pero contrario a esos conceptos y a la censura de sus formas, los peruanos debemos agradecerle a la señora Medina su aporte al descubrimiento de las tropelías protagonizadas por los afamados futbolistas de elite y renombre internacional que con sus actos revelaron las causas de la poca calidad mostrada por nuestra selección. No fue por falta de fútbol en la cancha, sino por el sobrado desgaste de alcohol, sexo y trasnochadas que los ecuatorianos nos aplicaron tal paliza que nos ridiculizó e hizo doler hasta el alma.

Magaly Medina abrió la olla y Jaime Bayly encendió la luz que permitió descubrir la descompostura de algunos jugadores de la selección peruana metidos entre arrumacos, chelas y mujeres de dudosa reputación y nada menos que en el lugar donde estaba concentrada la representación futbolera de Perú.

Como si se tratara de la obtención del título mundial, celebraban un pálido empate con Brasil y a falta de tres días de un partido trascendental para el Perú como el que se perdió por goleada ante Ecuador; los futbolistas hicieron tal papelón, que a decir de los que los conocen y saben porque caminan cerca de ellos, estas lides no son las primeras ni serán las últimas. Vergüenza fuera y dentro de la cancha.

El periodista deportivo colombiano, Carlos Antonio Vélez Naranjo a quien admiro y sigo desde hace más de 30 años por sus serios y atildados comentarios, entonces en la radio del país de la cumbia y ahora cuando se enfunda de “Caballero” en un programa de debate que transmite la televisión internacional desde Fox Sport; en su libro “Fútbol Hoy. Qué es y cómo se juega” escribe de conceptos sobre la formación y calidad de este tipo de jugadorazos. Y sus reflexiones se acomodan muy exactas en los sucesos de la farra peruana. Ojo que el libro se imprimió en 1994.

Carlos Antonio sin justificar las barrumbadas de estos futbolistas explica su condición social y cultural señalando que “casi nunca el jugador tiene la culpa de no saber hablar, por ejemplo, de no saberse comportar en grupo, de no saber lidiar con la fama, de no saber manejar su dinero (…). El hecho de saber pegarle al balón, de saber pararse en la cancha, de saber manejar un buen volumen de información técnico-táctica-física no lo hace un hombre con educación para subsistir luego de terminada su profesión o un modelo de comportamiento fuera de la cancha. Muchos se han perdido, teniendo condiciones deportivas, porque no pudieron manejar conceptos varios, fundamentales, en cualquier actividad humana, como los buenos modales o lo que popularmente llamamos urbanidad…”.

Miremos nomás el listado de infractores de la conducta y la disciplina de ese pésimo episodio. Encontramos jugadores de escasa formación en educación y cultura, de cuya condición no son culpables pero que si son responsables de actitudes que conllevan al rechazo de una sociedad en general que de por sí se encuentra desencantada de los resultados del fútbol nacional y de estos protagonistas. “…para jugar al fútbol hay que tener condiciones y saber vivir. Termina una cosa y sigue la otra, la vida es el género, el fútbol es la especie…”, sentencia el célebre comentarista colombiano.

Frente a esta situación, escuché comentar a una aficionada, con marcada acidez, que el dinero que reciben estos jugadores por patear el balón es tanto que geométricamente está distante de su educación y calidad de personas. La enfadada peruana puso en la balanza de la justicia, la casi siempre odiosa – pero esta vez necesaria- comparación del tiempo y la dedicación a los estudios que ha entregado en su vida cualquier profesional peruano y lo que percibe por su trabajo (si es que actualmente lo tiene) con lo que estos futbolistas han estudiado y reciben como emolumentos, encontrando como resultado un triste desequilibrio, lejos de la equidad que la justicia siempre reclama. Un panorama lamentable en que están futbolistas que apenas saben escribir y articular palabras con bolsillos llenos y profesionales académicos que se quemaron las pestañas por muchos años, sin trabajo ni dinero.

Estos despropósitos que demuestran la escasa calidad de nuestros peloteros, les ha costado la mofa y la burla en sus equipos, todos ellos europeos, e inclusive los justos pagaron por los pecadores, ya que quienes forman parte de esa selección y no estuvieron en el vacilón, también fueron chacoteados en los países del Viejo Continente.

Que el cóndor haya sido perseguido por la prensa y que este hecho le haya causado contrariedades familiares, es asunto de él. Que la foquita haya sido vapuleado hasta el punto que la empresa de celulares que lo tenía como uno de sus símbolos haya procedido a retirarlo de los paneles, afiches, vídeos y de cualquier elemento publicitario, previa rescisión de contrato y la devolución de muchísimo dinero recibido, es tema que él lo ha buscado. Y así los otros también. Todo esto es una yaya producto de la escasa calidad de nuestros futbolistas incluido Pizarro y su amigo pizarrón.

Carlos Antonio Vélez trata el tema diciendo que “… no creo que sea necesario, a esta altura de la vida, gastar mucho tiempo para que el jugador comprenda que no debe irse de farra la noche anterior al partido (…) si a alguien le cuesta portarse bien, lo mejor sería dejarlo fuera del equipo. No importa que tenga condiciones, porque éstas no podrán ser usadas por un buen tiempo y de la mejor manera, por que aquello lo va impedir (…). Un jugador que no entienda estas cosas no es profesional (….). De las alcahueterías a las estrellas sólo quedan posteriores remordimientos “.

El fútbol es la popularidad efímera a la que accede lamentablemente un alto porcentaje de personas de escasa cultura y educación, cuya situación no es patrimonial de los peruanos, sino que también les sucede a los europeos que derivan en escándalos y bacanales que avergüenzan al deporte, perdón quise decir al fútbol mundial.

5/8/07

IPD: A ANDRÉS LO QUE ES DE ANDRÉS

El reciente cambio producido en la dirección del IPD en Loreto ha creado indebidamente una especie de fiesta en quien o quienes han seguido una campaña de desacreditación de la figura y el prestigio bien ganado de Andrés Ferreira Macedo. Inmerecida actitud ante la dedicación y el servicio del dirigente que por muchos años ha ido demostrando que con simpatía, profesionalismo y honestidad se puede servir a la sociedad.

Tengo los argumentos necesarios y la experiencia más que suficiente para poder hablar del deporte en la Amazonía, lo que me da la suficiente autoridad para opinar sobre la trayectoria del IPD y lo que hizo Andrés a lo largo de esta institución que por lo menos en los últimos años ha logrado avances sustantivos en la permanente ruta de ordenar la actividad deportiva.

Han pasado por el sillón que hoy ocupa el célebre futbolista Marcial Salazar Orbe, muchos hombres que han dejado también muchísimo tiempo de sus vidas y que unos más que otros han mejorado la condición de la infraestructura y la organización deportiva en Loreto. Desde los años que recuerdo en los que estaban Demóstenes Álvarez Vásquez, Gilberto Alván Acosta, Róger López Vásquez, Pastor Paredes Salazar, Raúl Orbe Sánchez, Felipe Valera Rivas y uno que otro que no recuerdo hasta llegar a Andrés Ferreira.

Los ex presidentes o jefes del IPD han servido a la sociedad, de alguna manera eficientemente en medio de sus limitaciones económicas y de experiencia, pero ninguno de ellos podría ser cuestionado por lo que hizo o dejo de hacer. Nada ilegal que cuestionar ni acusar, al contrario todos ellos merecen el mayor reconocimiento desde los que no están entre nosotros y que desde hace mucho están gozando de la paz eterna, y hasta por su puesto los que sobreviven para conocer la satisfacción que causa el avance de nuestro deporte.

Recuerdo las intenciones de unos de ofrecer cambios entre las organizaciones deportivas, en la misma infraestructura procurando su mejoría, capacitando dirigentes, popularizando la actividad deportiva hasta su masificación, uno que otro pintando de política la recreación y el deporte. Todos ellos bien intencionados y hasta donde yo pude ver, ya que estuve cerca, sin deseos de lucro particulares.

Andrés Ferreira, no puede ser cuestionado por malos manejos, criticado tal vez por lo lógico y natural de no haber podido hacer todo lo que hubiese querido hacer o lo que deseamos haya podido hacer y no lo hizo. Es propio de los habitantes de este mundo que no se logra alimentar el contento de todos. Que lindo sería llegar a ese ideal, que nos llenaría de regocijo. Pero es muy difícil por no decir imposible alcanzar ese ideal.

Algunas medidas tomadas desde la administración Ferreira pudieron no ser entendidas ni haber logrado satisfacer a todas las personas, pero es así. Hay medidas que se toman, pueden parecer duras pero forman parte de la política administrativa de una institución y el ser personal del conductor, en este caso el presidente de la institución. Al final será el mismo Andrés el que podrá dar cuenta de lo manejado en la cosa pública, en lo que supongo no hay problemas.

Muy pocos quieren reconocer los logros de los demás. Es el egoísmo y la mezquindad innata de los seres humanos. A Andrés le debemos mucho. A Andrés Ferreira se le debe el reconocimiento por haberle quitado tiempo a sus asuntos particulares para entregarlos a la gestión pública en el afán de crear conciencia en las autoridades políticas de turno para tomar la decisión de demoler el pasado del fútbol expresado entonces en el viejo Max y levantar una de las más bellas construcciones deportivas de América que es el Estadio Max Augustín. Sería estúpido desconocer esta gesta del joven empresario y dirigente deportivo.

Desconocer que Andrés contribuyó en el ordenamiento de la actividad deportiva y generó estructuración dentro de una institución que con sus escasos recursos económicos tiene que hacer magia para responder sus obligaciones económicas de toda índole, es por demás necio.

Ahora Marcial Salazar Orbe recibe un IPD más organizado, con mejor infraestructura y con mayores responsabilidades ante la sociedad deportiva loretana. Ser mejores, es siempre una meta lógica sobre la que debe trabajar el ex entrenador de CNI, correcto ex futbolista profesional de Hungaritos, del mismo equipo “albo”, Municipal, Universitario, Alianza Lima y otros notables equipos nacionales. Interesante, no?. Pedimos lo correcto ser mejor que el anterior, y en este caso esa es una tarea muy difícil.

Por eso, con esa simpleza de las demostraciones saludo el trabajo dejado por Andrés Ferreira y deploro los comentarios infundiosos de algunas personas, dedicadas a la destrucción de las honras de quienes se han elevado en sus valores para servir mejor a nuestra sociedad. Los avances están ahí, ante los ojos de propios y extraños. Y en este caso no nos queda otra cosa que valorar a Andrés en toda su dimensión tomando las palabras bíblicas “por sus obras los reconocereis…”, esa es la grandeza de su terquedad por servir a nuestro Loreto.