12/2/08

¡NO TENGO TIEMPO!!!

Destruimos el reloj del cotidiano de
nuestras vidas

La falta de tiempo en tu actividad del día es algo que se ha puesto siempre en el argumento de las personas como disculpa por el incumplimiento de algunas tareas. Mi padre suele decir, por que gracias a Dios aún está vivo, que siempre hay tiempo para todo, que no es cierto aquello que me falta el tiempo para hacer algunas cosas. Con el paso de los años, ese consejo paternal fue calando en mi y haciéndose cada vez más importante y su aplicación imprescindible.

“La administración del tiempo” es el titulo de un libro que como valioso consejero entregó su autor a la sociedad del mundo. Quienes tuvieron la suerte de leerlo podrán haber encontrado explicaciones y tips sumamente valiosos para su aplicación en el cotidiano, especialmente de aquellos que no llevan una vida rutinaria sino que al contrario forman parte de la vorágine de esta moderna sociedad de alta competencia que corre y corre, aplasta y devora.

Los seres humanos somos comparados como cazadores, en medio de este mundo que extiende los cronos como una especie de espada de Damocles y el reloj como la misma espada que te arrincona para ponerte contra la pared. Los unos que podríamos ser cazadores de hormigas que se pelean contra el tiempo (el que se utiliza todo el bendito día) dedicado a perseguir y acabar con las pequeñas cosas y situaciones que te da la vida, y los otros que son cazadores de elefantes que luchan con tino, inteligencia, orden, paciencia para resolver los grandes problemas diarios y tareas que da la vida. Una analogía o metáfora que ubica bien los temas que tenemos que resolver entre los pequeños y los grandes, cuyas soluciones nos elevan o en caso contrario nos mantienen en el rango inferior.

“No me alcanza el tiempo ni siquiera para acudir al baño” escuché decir a una persona, ejecutiva ella y responsable de un equipo empresarial que es sometida a trabajos cuya política es la presión para la obtención de resultados. No me pareció correcta su apreciación por más metafórica que haya sido la intención. Conducir un equipo humano por más pequeño, mediano o grande que sea no puede asfixiar, no puede liquidar tu tiempo ni someter tus nervios al estrés. La delegación de responsabilidades para atender las tareas es entregar a cada quien la atención de cosas pequeñas que sumadas dan el todo que es la gran empresa. Esa entrega de responsabilidades es poner delante de los trabajadores las hormigas para que sean cazadas por ellos y dejar para la persona ejecutiva la caza de los elefantes que son las grandes ocupaciones y relaciones que tiene la empresa.

La administración inteligente y racional de los tiempos ayuda a conducirse mejor y adecuadamente, dándose espacios para análisis, proyecciones de crecimiento, supervisiones y revisión de planes superiores que beneficien a la empresa y eleve los resultados de gestión.

El orden de la administración no solo, como debe ser, parte desde un escritorio muy ordenado, de la formación, de una mejor comunicación y de la concentración, sino que de una adecuada planificación y el manejo de tiempos. Para que esto suceda es valiosa la idea de utilizar las mejores capacidades de los que conforman el equipo a fin de potenciarlas y hacer que cada uno de ellos se entregue a tareas que deban resolver con eficiencia y puntualidad.

En la búsqueda de calidad, los premios y el reconocimiento no llegan por la cantidad de horas entregadas al trabajo sino por logros obtenidos en el menor tiempo posible. Un trabajador fue regañado alguna vez por trabajar hasta 12 horas al día. Le indicaron que lo que cuenta no es la cantidad, sino que la calidad; concepto tan importante y útil en el desarrollo empresarial. Queremos más calidad, resultados y mucho menos cantidad. El tiempo es oro, por lo tanto riqueza y hay que cuidarlo, hay que administrarlo y darle la mayor rentabilidad.