La vieja carreta recorre Iquitos,
en los años 60´s
Se dice “de los tiempos de la carreta”, y lo hacemos cuando nos referimos a viejas épocas. Las de Iquitos no son tan añejas, a pesar de ser una ciudad con un trazo urbanístico muy europeo y de una modernidad relativa, la carreta como vehiculo de locomoción citadina ha jugado un papel importante.
Aún en los años 60 he podido ver transitando por las céntricas calles iquiteñas las carretas haladas por caballos, ciertamente con muchas más limitaciones territoriales que las que describe Javier Dávila Durand en esa valiosa recopilación contenida en la revista Proceso, en su edición de colección publicada en 1998 por el centenario de Iquitos como capital departamental, ya que en los viejos tiempos disponían de cualquier calle de la urbe.
De caballos y carretas solo nos queda en la memoria algunas imágenes, sonidos y aromas y en los registros históricos algunas fotografías en tono sepia que hablan de su antigüedad con carretas en diversas circunstancias. En este nuevo envío periodístico, presento un artículo al que encuentro sumamente interesante que describe una pequeña parte de la vida citadina iquiteña del siglo pasado.
EL SERVICIO DE LA CARRETA (1)
En los inicios de Iquitos, en ese instante prolongado en que batallaba para dejar de ser una aldea y convertirse en una ciudad, el servicio de carreta cumplió un papel esencial como medio de transporte. Un medio que trasladaba carga, que ofrecía el servicio de agua de los manantiales y que hasta participaba en las celebraciones carnavalescas.
En la urbe de entonces existían los correspondientes puestos de carretas a donde el usuario acudía para contratar los servicios de dicho medio. Uno de esos puestos, en la década del 50, estaba en la calle Morona. Allí había un letrero que decía: “Estación de Carretas”. Allí permanecían los dueños de las carretas, con sus mulos o caballos, esperando la llegada del cliente.
El arribo del automóvil y la pavimentación de las calles fueron letales para la sobrevivencia de ese medio de locomoción. En determinado momento la carreta se convirtió en una especie de bestia negra, por que maltrataba la calle con su peso.
La carreta tuvo que someterse a esos designios urbanos y radicarse en las calles de tierra. Poco a poco fue perdiendo vigencia. Y hoy en día es casi un milagro encontrar una carreta en algún tramo de la carretera que va de Iquitos hacia Nauta.
(1) Javier Dávila Durand, 100 AÑOS DE GENTE, casos, cosas. Publicado en Revista Proceso Año XXXII, Nº 81. Enero – Febrero 1998. p.p. 36.
Aún en los años 60 he podido ver transitando por las céntricas calles iquiteñas las carretas haladas por caballos, ciertamente con muchas más limitaciones territoriales que las que describe Javier Dávila Durand en esa valiosa recopilación contenida en la revista Proceso, en su edición de colección publicada en 1998 por el centenario de Iquitos como capital departamental, ya que en los viejos tiempos disponían de cualquier calle de la urbe.
De caballos y carretas solo nos queda en la memoria algunas imágenes, sonidos y aromas y en los registros históricos algunas fotografías en tono sepia que hablan de su antigüedad con carretas en diversas circunstancias. En este nuevo envío periodístico, presento un artículo al que encuentro sumamente interesante que describe una pequeña parte de la vida citadina iquiteña del siglo pasado.
EL SERVICIO DE LA CARRETA (1)
En los inicios de Iquitos, en ese instante prolongado en que batallaba para dejar de ser una aldea y convertirse en una ciudad, el servicio de carreta cumplió un papel esencial como medio de transporte. Un medio que trasladaba carga, que ofrecía el servicio de agua de los manantiales y que hasta participaba en las celebraciones carnavalescas.
En la urbe de entonces existían los correspondientes puestos de carretas a donde el usuario acudía para contratar los servicios de dicho medio. Uno de esos puestos, en la década del 50, estaba en la calle Morona. Allí había un letrero que decía: “Estación de Carretas”. Allí permanecían los dueños de las carretas, con sus mulos o caballos, esperando la llegada del cliente.
El arribo del automóvil y la pavimentación de las calles fueron letales para la sobrevivencia de ese medio de locomoción. En determinado momento la carreta se convirtió en una especie de bestia negra, por que maltrataba la calle con su peso.
La carreta tuvo que someterse a esos designios urbanos y radicarse en las calles de tierra. Poco a poco fue perdiendo vigencia. Y hoy en día es casi un milagro encontrar una carreta en algún tramo de la carretera que va de Iquitos hacia Nauta.
(1) Javier Dávila Durand, 100 AÑOS DE GENTE, casos, cosas. Publicado en Revista Proceso Año XXXII, Nº 81. Enero – Febrero 1998. p.p. 36.