Fui destino de un mensaje electrónico de un hombre abierto de orgullos por un amigo. Herman Pinedo, compañero de tertulias, palomilladas, sueños, frustraciones, trovas y otras tantas canciones, me envió un mail y en él se mostraba como con su pecho inflado. Es que no podía ocultar su razonable satisfacción debido a los logros alcanzados en lejanas tierras centroamericanas por su amigo Javier Malca Salas. Los gráficos adjuntos al correo, mostraban a Javier cantando en un afiche que anunciaba un concierto y haciendo realidad con gigantescos resultados sus ideas de lucha contra la pobreza a través de programas de salud que no pudo desarrollar en la selva peruana pero que sí lo logró en Costa Rica.
Muchos deben tener en la memoria a Javier Malca haciendo música, con guitarra y estilizada voz cantando en imponentes escenarios como los que montaba el Festival Internacional de la Canción de la Amazonía. Exitoso en nuestro ambiente artístico. Pero a mi recuerdo como si fuera ayer, aparecen los desplantes que el buen Javier sufrió en Iquitos por parte de los políticos que tenían el turno de gobernar la provincia y la Región. En aquellas conversaciones que sostuvimos en las oficinas en Panamericana Televisión de Iquitos, trató de ocultar su desazón por la ceguera, sordera y profundo desinterés de quienes tenían la responsabilidad de conducir los destinos de Iquitos y Loreto, los que virtualmente soslayaron el programa que presentó.
En ese paquete de ideas se encontraban atenciones médicas a precios accesibles a la economía, entonces ya muy deteriorada de nuestra población, y medicinas genéricas a precios increíblemente bajos, a cambio prácticamente de nada. Al irracional desdén de funcionarios y gobernantes, se sumaba –presumo y creo estar seguro de lo que digo- el estúpido celo político. Javier Malca trataba de ocultar su malestar en una fingida sonrisa (pero percibí ese sentimiento). Sus ideas que hubieran podido ayudar a aliviar el déficit de atenciones de salud en la población de nuestra Región, habían sido dejadas de lado.
Infelizmente para el Perú y de forma particular para Loreto y muy satisfactoriamente para él, fue invitado a Costa Rica para exponer las mismas ideas que había ofrecido a los gobiernos de su tierra. Allí en Centro América donde tienen similares necesidades a las nuestras, fue acogido como corresponde, se le dio el apoyo y ahora preside una de las más brillantes organizaciones de ayuda social en ese país.
Ahora Javier y su familia constituyen un orgulloso “producto de exportación” de la Amazonía. Su talento y esmero por contribuir que en otro país (que pena que no sea el nuestro) sus pobladores tengan a la mano servicios médicos y odontológicos con calidad, y hasta medicinas a precios sociales son causa de aprecio y estima. Ha hecho que los informales como es el caso de 1,500 taxistas, puedan contar con un seguro de atención médica. Que a través de este Programa más personas tengan trabajo, se suma a su victoria social.
La Fundación Salud Sin Fronteras, que es el nombre de la organización que preside Javier Malca Salas, tiene 10 clínicas médicas-odontológicas ubicadas – 9 de ellas- en el área metropolitana de San José y una en el norte de ese país, un logro sensacional.
Todo lo caminado por Javier es un avance importante que destruye ese mito transformado en cliché de que “del dicho al hecho hay mucho trecho”, tomado como una excusa de los escépticos, poco audaces y valientes. Los resultados están ahí.
Hay mucho que hablar sobre este hijo de Iquitos que habiendo dejando huella en nuestro suelo, ahora marca diferencia lejos de su añorado Amazonas.
Luego de recientes intercambios epistolares electrónicos con Javier Malca y conocer de su exitosa historia, siento más vigente la poesía de Machado de principios del siglo pasado que se perennizó en el “Cantares” de Joan Manoel Serrat, “caminante no hay camino… se hace camino al andar”.
Muchos deben tener en la memoria a Javier Malca haciendo música, con guitarra y estilizada voz cantando en imponentes escenarios como los que montaba el Festival Internacional de la Canción de la Amazonía. Exitoso en nuestro ambiente artístico. Pero a mi recuerdo como si fuera ayer, aparecen los desplantes que el buen Javier sufrió en Iquitos por parte de los políticos que tenían el turno de gobernar la provincia y la Región. En aquellas conversaciones que sostuvimos en las oficinas en Panamericana Televisión de Iquitos, trató de ocultar su desazón por la ceguera, sordera y profundo desinterés de quienes tenían la responsabilidad de conducir los destinos de Iquitos y Loreto, los que virtualmente soslayaron el programa que presentó.
En ese paquete de ideas se encontraban atenciones médicas a precios accesibles a la economía, entonces ya muy deteriorada de nuestra población, y medicinas genéricas a precios increíblemente bajos, a cambio prácticamente de nada. Al irracional desdén de funcionarios y gobernantes, se sumaba –presumo y creo estar seguro de lo que digo- el estúpido celo político. Javier Malca trataba de ocultar su malestar en una fingida sonrisa (pero percibí ese sentimiento). Sus ideas que hubieran podido ayudar a aliviar el déficit de atenciones de salud en la población de nuestra Región, habían sido dejadas de lado.
Infelizmente para el Perú y de forma particular para Loreto y muy satisfactoriamente para él, fue invitado a Costa Rica para exponer las mismas ideas que había ofrecido a los gobiernos de su tierra. Allí en Centro América donde tienen similares necesidades a las nuestras, fue acogido como corresponde, se le dio el apoyo y ahora preside una de las más brillantes organizaciones de ayuda social en ese país.
Ahora Javier y su familia constituyen un orgulloso “producto de exportación” de la Amazonía. Su talento y esmero por contribuir que en otro país (que pena que no sea el nuestro) sus pobladores tengan a la mano servicios médicos y odontológicos con calidad, y hasta medicinas a precios sociales son causa de aprecio y estima. Ha hecho que los informales como es el caso de 1,500 taxistas, puedan contar con un seguro de atención médica. Que a través de este Programa más personas tengan trabajo, se suma a su victoria social.
La Fundación Salud Sin Fronteras, que es el nombre de la organización que preside Javier Malca Salas, tiene 10 clínicas médicas-odontológicas ubicadas – 9 de ellas- en el área metropolitana de San José y una en el norte de ese país, un logro sensacional.
Todo lo caminado por Javier es un avance importante que destruye ese mito transformado en cliché de que “del dicho al hecho hay mucho trecho”, tomado como una excusa de los escépticos, poco audaces y valientes. Los resultados están ahí.
Hay mucho que hablar sobre este hijo de Iquitos que habiendo dejando huella en nuestro suelo, ahora marca diferencia lejos de su añorado Amazonas.
Luego de recientes intercambios epistolares electrónicos con Javier Malca y conocer de su exitosa historia, siento más vigente la poesía de Machado de principios del siglo pasado que se perennizó en el “Cantares” de Joan Manoel Serrat, “caminante no hay camino… se hace camino al andar”.