5/2/08

CAUCHO ENTUSIASMÓ A HENRY FORD

Vista del jirón Próspero de Iquitos,
a principios del siglo XX

En Iquitos siempre hemos vivido respirando algunas costumbres llegadas de tierras remotas. Esto sucedió desde tiempos remotos en que eclosionó la época del boom cauchero. Es suficiente con mirar los trazos de nuestras calles, y nos encontramos que se trata de una ciudad que posee una arquitectura urbanística con características similares a otras del Viejo Continente.

Y precisamente en medio de esos aires, de nuestras costumbres y exquisitos gustos, es que aparecieron algunos adelantos de la tecnología. Más allá de la segunda década del pasado Siglo XX, los iquiteños ya esperábamos entusiasmados la presencia de las primeras unidades motorizadas y quizá el montaje de una planta ensambladora de los autos del magnate Henry Ford. Algo talvez sobredimensionado para los iquiteños de la época, pero que fue parte de la noticia y el comentario de esos tiempos, tal como lo describe el periodista e historiador, Percy Vílchez Vela, en el comentario que nos honramos en reproducir.


La noticia del día
[1]
FORD QUISO TRAER AUTOS PARA REEMPLAZAR TREN DE IQUITOS

Los diarios de la ciudad comentan optimistas sobre una noticia sensacional y esperanzadora que en un dos por tres puede convertir a Iquitos en un centro de la industria prestigiosa. Es que el magnate Henry Ford ha declarado que dentro de poco instalará una fábrica de automóviles en estos lares. Las primeras unidades que vendrían serán los autos Lincoln, Sedan, Ford y los potentes y vigorosos tractores Fordson.

El anuncio es decididamente alentador y caería de perillas a una ciudad que tanto necesita del aporte de los potentados. En la memoria de muchos de los que viven en la urbe está todavía fresco el día en que arribó por primera vez una cosa con ruedas que se movía sin que nadie lo jalara o empujara. Era una extraña carreta que no requería de caballos pero sí de un conductor experto. Los iquiteños se detenían a ver pasar asombrados esa rareza. Sólo después supieron que se trataba de un auto.

El mercado automotriz no conoció mayor incremento, pero hay mozalbetes avezados que se dedican a un peligroso juego que consiste en esperar el arribo de los autos hasta el último minuto y, faltando poco para que sean arrollados, se arrojan a un costado. Los temerarios no hacen caso de nadie y ponen en riesgo sus vidas, porque en cualquier momento pueden fallar en el cálculo tiempo y la distancia.

Otros jovenzuelos se han alocado con esa presencia inesperada y tienen la costumbre perniciosa de entrar a los carros para convertirse en pasajeros altaneros y prepotentes que desde allí insultan a los demás, arrojan groserías contra las damas, ejecutan gestos obscenos.

Todos en la ciudad esperan que el señor Ford arribe lo más pronto posible y que las autoridades tomen cartas en el asunto para evitar los desmanes de esa gente que hemos mencionado. El servicio que se viene sería de ayuda para la gran ciudad pues el tren urbano es ya insuficiente y los autos todavía no pueden prestar los servicios masivos que tanto se requieren. “El Eco” (diario escrito local) es uno de los medios más entusiastas con el arribo del magnate yanqui y, bastante entusiasmado, sostiene que se avecina el tiempo de florecimiento de una industria que tiene mucho futuro en el mundo.


[1] VILCHEZ, Percy. Un momento de Iquitos (basado en el 9 de noviembre de 1926). Publicado en Revista Proceso Año XXXII, Nº 81. Enero – Febrero 1998. p.p. 14.