dice "yo no fui, fue el gran bonetón", cuando le preguntan quién es
el responsable del desastrozo estado de las calles de Iquitos.
Que la ciudad esté como bombardeada, con huecos y zanjas por todo lado y todo este desbarajuste no sea responsabilidad del alcalde Salomón Abensur o de su gestión municipal en Iquitos, es sorprendente y nos lleva ubicarnos en ese juego de entretenimiento del “yo no fui”, de nuestras épocas infantiles. El alcalde ha dicho eso, que “no es responsabilidad municipal que la ciudad esté así”. La pelota la echa al otro campo. El alcalde zafa el cuerpo muy fácil y del cuidado de su ciudad, y para esto responsabiliza a una empresa intrascendente como es la supervisora de las obras de ampliación de las redes de agua potable de Iquitos.
Juega “al gran bonetón”, en todo caso que él no es el único responsable, sino que es Sedaloreto. Esta empresa no es únicamente de la Municipalidad de Maynas (no me mires como responsable) sino que también de San Juan, Belén y Punchana, dice y quita el cuerpo.
Tremenda frescura que contrasta con sus gruesas palabras, soeces y calientes, impropias en una autoridad como él, que a pesar de haberse dicho en un programa de opaca sintonía de nuestra televisión local hiere el pudor social de nuestra comunidad. Su respuesta desentonada demuestra que el principio de autoridad está mal conceptuado desde su visión.
No siempre el que más grita deba ser mejor entendido y obedecido. No siempre la prepotencia debe ser respetada todo el tiempo. La prepotencia se quiebra con mayor facilidad. Asumir el principio de autoridad es conducir métodos de conciliación y mejor comunicación con el vecindario. No olvidemos que el alcalde es quien representa al municipio, es lo que siempre se ha dicho “el mejor vecino”, concepto en el que no puede configurarse la actuación de nuestro alcalde.
Desde mi visión, un gobierno local debe ser un estamento de gerenciación donde toman parte los mejores talentos de la sociedad. Lo hicieron Chávez Sibina, Iván Vásquez, no sé si Juan Carlos del Águila, pero el alcalde siempre –además de sus cercanos colaboradores como funcionarios y asesores rentados- convoca a personas mayores para recibir de ellos la sabiduría de su experiencia. El alcalde no pierde la oportunidad de valerse de los amigos y notables de su ciudad para conformar un consejo más sobrio e inteligente, con mejor visión de desarrollo que aquellos que están envueltos en la bulla de la gestión. Salomón Abensur está perdiendo oportunidades que la historia le ha entregado.
Salomón Abensur se desinfla cada vez más cuando quiere arremeter con respuestas en las que pretende explicar difíciles situaciones. Impropias respuestas que nunca debió dar como explicación a su falta de fortaleza en sus decisiones de control del orden urbanístico de Iquitos. Debe saber que su responsabilidad es cuidar el ornato de la ciudad. Es cierto que la incomodidad de hoy será mañana la mejora de servicios, pero lo que debe hacer es aliviar las turbulencias con soluciones que disminuyan el estado caótico de las calles iquiteñas.
Aunque lo cierto es que la crisis que se ventila en el interior de su gestión, se da con notoriedad con el clima de tensión que se pronuncia entre funcionarios. Al parecer no hay propósito de enmienda. Está siendo mal aconsejado, en su entorno le dicen que la gestión camina bien, sus consejeros le mienten cuando le comentan y le muestran como ciertos los tantos espejismos que se reflejan en la mediocridad de una gestión sumamente pobre de calidad.
Decíamos en anterior comentario que los cambios operados podrían traer mejores momentos a la administración del alcalde Abensur, pero creo que me equivoqué al apreciar de esa manera. Ahora cada vez pienso con más fuerza que lo que hizo nuestro alcalde, al comenzar el año, es cambiar mocos por babas, es seguir ofreciéndonos más de lo mismo.
Juega “al gran bonetón”, en todo caso que él no es el único responsable, sino que es Sedaloreto. Esta empresa no es únicamente de la Municipalidad de Maynas (no me mires como responsable) sino que también de San Juan, Belén y Punchana, dice y quita el cuerpo.
Tremenda frescura que contrasta con sus gruesas palabras, soeces y calientes, impropias en una autoridad como él, que a pesar de haberse dicho en un programa de opaca sintonía de nuestra televisión local hiere el pudor social de nuestra comunidad. Su respuesta desentonada demuestra que el principio de autoridad está mal conceptuado desde su visión.
No siempre el que más grita deba ser mejor entendido y obedecido. No siempre la prepotencia debe ser respetada todo el tiempo. La prepotencia se quiebra con mayor facilidad. Asumir el principio de autoridad es conducir métodos de conciliación y mejor comunicación con el vecindario. No olvidemos que el alcalde es quien representa al municipio, es lo que siempre se ha dicho “el mejor vecino”, concepto en el que no puede configurarse la actuación de nuestro alcalde.
Desde mi visión, un gobierno local debe ser un estamento de gerenciación donde toman parte los mejores talentos de la sociedad. Lo hicieron Chávez Sibina, Iván Vásquez, no sé si Juan Carlos del Águila, pero el alcalde siempre –además de sus cercanos colaboradores como funcionarios y asesores rentados- convoca a personas mayores para recibir de ellos la sabiduría de su experiencia. El alcalde no pierde la oportunidad de valerse de los amigos y notables de su ciudad para conformar un consejo más sobrio e inteligente, con mejor visión de desarrollo que aquellos que están envueltos en la bulla de la gestión. Salomón Abensur está perdiendo oportunidades que la historia le ha entregado.
Salomón Abensur se desinfla cada vez más cuando quiere arremeter con respuestas en las que pretende explicar difíciles situaciones. Impropias respuestas que nunca debió dar como explicación a su falta de fortaleza en sus decisiones de control del orden urbanístico de Iquitos. Debe saber que su responsabilidad es cuidar el ornato de la ciudad. Es cierto que la incomodidad de hoy será mañana la mejora de servicios, pero lo que debe hacer es aliviar las turbulencias con soluciones que disminuyan el estado caótico de las calles iquiteñas.
Aunque lo cierto es que la crisis que se ventila en el interior de su gestión, se da con notoriedad con el clima de tensión que se pronuncia entre funcionarios. Al parecer no hay propósito de enmienda. Está siendo mal aconsejado, en su entorno le dicen que la gestión camina bien, sus consejeros le mienten cuando le comentan y le muestran como ciertos los tantos espejismos que se reflejan en la mediocridad de una gestión sumamente pobre de calidad.
Decíamos en anterior comentario que los cambios operados podrían traer mejores momentos a la administración del alcalde Abensur, pero creo que me equivoqué al apreciar de esa manera. Ahora cada vez pienso con más fuerza que lo que hizo nuestro alcalde, al comenzar el año, es cambiar mocos por babas, es seguir ofreciéndonos más de lo mismo.