24/9/07

MANUEL BURGA EN SU MOMENTO FINAL

Una andanada de críticas llovieron sobre el presidente de la Federación Peruana de Fútbol, Manuel Burga Seoane, cuestionando su gestión y el facilismo con que disponía los recursos de este organismo rector del deporte nacional.

A esta situación se sumaba la crisis en el balompié peruano que no logra su clasificación a un torneo mundial desde 1982, es decir hace 25 años que no sabemos qué es participar en competencias de estas características. Burga fue blanco de tremenda responsabilidad por resultados, manejos y -es más- del escaso crecimiento de los clubes de la llamada liga amateur del país.

Burga es parte de la FPF desde 1992, y fue elegido por los dirigentes de federaciones departamentales como presidente el cuatro de octubre del 2002. Aunque yo particularmente lo conozco en temas del fútbol desde mucho tiempo donde fue funcionario de este organismo. Siempre estuvo en medio de los tantos viejos nombres y hombres, entre los que se cuentan los Quintana, Begazzo y otros sempiternos “magos” del fútbol nacional.

El Consejo Superior de Justicia y Honores del Instituto Peruano del Deporte (IPD) sancionó con cinco años al directorio de Burga por no adecuar el estatuto de la FPF a lo dispuesto por la Ley de Promoción y Desarrollo del Deporte, pero esa es una causa formal para demostrar la coraza que se maneja este directivo y sus acompañantes. Hace rato que le tocaron la puerta para invitarle a dejar su cargo, pero él se atornilla por que son más deliciosos los intereses que administra, los viajecillos por el mundo y sus viáticos, los honores y el manejo de dinero que le llega a esta Federación. Gollerías que pesan mucho más y que para él tienen más valor que lo ético.

A Burga Seoane le han dicho de mil maneras, en mil idiomas y miles de veces que debía dejar el cargo, por que su fórmula no le ha hecho bien al fútbol de nuestro país. Nada pudo hacer en la llamada liga amateur, en el Perú seguimos llorando la descategorización (entiéndase por rebaja de categoría y nivel ante los países vecinos), los eslabones no están bien definidos, seguimos asistiendo a una decrépita Copa Perú y a incompetentes procesos de formación de nuevas figuras.

La Federación Peruana de Fútbol no está bien. Ni la buena actuación de los “jotitas” en el Mundial de Corea le da galardón ala gestión Burga. Si bien las mentadas de madre y las poco dulces palabras de opinión del periodismo especializado han quedado suspendidas hasta no se cuándo, eso no significa que haya paz en esta organización que aguarda elecciones para su directorio.

En esta postulación siempre asoma la figura del espigado dirigente Manuel Burga. No se calla y sigue hablando al oído a los electores. Sigue diciéndoles sin muchas palabras pero con algunas gratificaciones a crédito, que deben votar por él y sus directivos. Burga no se duerme, por que quien tiene enemigos no lo hace.

Lo que se viene buscando es consagrar el voto universal y secreto de todos los actores del balompié peruano, es decir de los que componen el cuerpo de la Federación Peruana que no son otros que todos los clubes, sin distingo, sean éstos de la tercera o de la primera amateur de la liga más distante o remota del país o el mejor dotado económicamente de cualquier ciudad cómoda del Perú. Todos tienen parte en la torta de la Federación y por lo mismo tienen derecho a elegir a sus autoridades.

Las elecciones de la Federación está en manos de quienes representan a las Federaciones Departamentales, algo equivocado y que facilita el manipuleo y tuerce la verdad de las intenciones de quienes viven el cada día de forma muy difícil, haciendo patria a través del deporte, es decir de los dirigentes de base que no tienen dinero a veces ni para el curichi con que deben refrescar a sus futbolistas después de los entrenamientos o los choques oficiales. Ellos deben tener voto, ellos deben elegir. Ahora corresponde forjar un nuevo destino para el fútbol. Ahora debe decidirse legalmente la votación para las autoridades que dirigirán la Federación Peruana en los próximos años mediante el voto de cada uno de los dirigentes, o sus representantes, de los clubes del país.

Si Burga se ha vuelto ciego, sordo y mudo ante las sugerencias de cambio, y por el contrario ha decidido activar argucias para su reelección buscando el voto de sus “amigos” de las Federaciones Departamentales, es momento que deje de pensar en sus particularidades y dar el paso responsable a lo colectivo que puede llegar con otro grupo directivo capaz de entregarnos mejores resultados de gestión. Ese es el peligro de la elección con solamente los votos de los presidentes de las Federaciones Departamentales, a quienes es fácil convencer para lograr sus votos, a cambio de futuras o presentes dadivas, algo que puede hacer el actual presidente de la Federación Nacional. El fútbol no es cosa de algunos, es pasión de muchos y en el Perú nos deben mucha emoción, por lo que creo que Manuel Burga debe poner un paso al costado con los votos concientes de quienes deban sufragar en las próximas elecciones.