21/9/07

LA EXTRADICION DE FUJIMORI

Alberto Fujimori gobernó el país en sus 10 años más difíciles. Lo encontró virtualmente quebrado y caótico, tenía una economía con una hiperinflación enloquecida y con el terrorismo a punto de tomar Lima por asalto. Cuando en medio de tempestuosidades políticas tuvo que abandonar el país bajo el pretexto de una gira de trabajo presidencial, y desde la lejana Japón de forma anticonstitucional, mediante un fax renunciar a la primera magistratura del país, todo olía mal. En ese momento las presiones hacían destilar corrupción, haciéndose conocer la dependencia informal y prepotente de los demás Poderes del Estado de un Gobierno hegemónico que conducía Fujimori desde el Ejecutivo, inclusive la prensa ya había sido sometida al dinero. Pero, ya éramos poseedores de paz social y estabilidad económica y financiera.

A partir de ahí el negocio de los políticos fue culpar de sus incapacidades al nikei. El desaparecido presidente Valentín Paniagua y el mismo presidente Alejandro Toledo utilizaron hasta el cansancio términos como “corrupción” y “andamiajes” de persecución, en vez de gobernar adecuadamente el país. El primero fue simplemente un gobernante pasivo, inocuo que terminó su gobierno de transición sin mayor trascendencia y Toledo en medio de los vientos atenuados de la oposición con un periodo de mantenimiento de la estabilidad económica dejada por el chino en su gobierno fujimontesinista.

El ahora extraditado Fujimori, injustamente fue reconocido con poco ruido y con mucha discreción por los políticos por haber logrado la paz social del país acabando con el terrorismo que hizo su feudo en casi todo el territorio de la República, destruyendo infraestructura pública, privada y asesinado a miles de peruanos en ciudades, pueblos, villorrios, aldeas y caseríos.

Le amontonaron de acusaciones, siempre con el aliento interesado de los políticos, por artilugios y malas artes cometidas o ejecutadas por el siniestro asesor Vladimiro Montesinos Torres, los que al final se fueron desvirtuando. En nuestra región, en Iquitos fundamentalmente una mentada a la madre es un piropo infantil comparado con el estigmatizante adjetivo de fujimorista. Ser fujimorista era y es algo así como delincuente demasiadamente probado, hereje y enemigo del pueblo o traidor, término que los militantes del Frente Patriótico de Loreto ha ubicado en su lenguaje como su palabra preferida. De todas esas acusaciones que suman poco más o menos 40 y que utilizaron de indicios contra el chino para acusarlo y extraditarlo, se han reducido a 13 y finalmente la justicia chilena consideró que de esos 13, son solamente 6 los casos válidos para su juzgamiento.

El ex presidente Fujimori llegará al Perú, aunque diga que esto estaba planeado, que era su deseo enfrentar a la Justicia peruana y la oportunidad de reencontrarse con el pueblo, con su pueblo, como él lo dice; tendrá vigente, despierto y en sus horas de medio sueño, la dolorosa sensación de acabar sus días entre rejas.

En mi parecer, en esta extradición hay mucha injusticia en la bulla y el circo de la política que por muchísimos años utilizó los psicosociales, inclusive en los años del fujimorismo que si no fue el creador fue el poseedor del gallardete de reconocimiento al gobierno que mejor los ha practicado, con una inteligencia y dedicación digna de mejor causa. Desde la prensa, hemos cumplido un papel contribuyente, queriendo o sin querer, fortalecer, amplificar o difundir este tipo de shows. Alejandro Toledo trató de encubrir su poca capacidad para gobernar con las cortinas de humo pintadas de acusaciones de corrupción atribuidas al decenio fujimorista.

Este comentario no una defensa de Fujimori, es desde mi punto de vista una mirada real de las cosas, sin rencores y menos con odio. Es tratar de llegar a un entendimiento real de las cosas por que hay tanta insensatez que solamente lleva a confundir a nuestro pueblo, a nosotros mismos. No olvidemos un caso, por más desagradable que pueda resultar Laura Bozzo Rotondo, a esta mujer por increíble que parezca se le envolvió en un escándalo que no tuvo soporte legal. El haber recibido regalos de Montesinos fue su delito. En esa analogía, cualquier obsequió que se reciba obligará a una investigación sobre la procedencia del dinero con que se compró el regalo, escrutando la vida del generoso obsequiador. Se imaginan?.

El presidente Fujimori, ciertamente tiene muchos enemigos poderosos que esta vez se frotan las manos y se aprestan desde el balcón a espectar el proceso, que se espera sea el debido, sin presiones de organismos que viven de estos entuertos como los famosos Derechos Humanos que reclaman cárcel por decenas de años para el ex presidente por los asesinatos de grupos paramilitares, supuestamente ligados al Gobierno, ejecutados en La Cantuta y en Barrios Altos. La justicia debe ser justa. Lo cierto que Fujimori llega no como él dice, deseoso de reencontrarse con su pueblo, sino en la condición de reo para ser puesto detrás de rejas y para enfrentar un proceso donde seguro que dormirá algunos años en la sombra de la cárcel y con sentencia de muchísimos años.