6/8/12

TUCKER: AUNQUE MAL PAGUEN



Hay tantas cosas que están a la vista, lo que falta es poner al descubierto y recordar el origen de ellas. La información geográfica del Perú, de la que hoy disfrutamos con tanta facilidad y que en algún momento fue presentada como el cúmulo investigado por el sabio Antonio Raimondy el año 1900, es un singular aporte del marino estadounidense Jhon R. Tucker que llegó hasta nuestra tropicales tierras por una cuestión anecdótica del destino y el “cruce de chicotes” de los peruanos y norteamericanos. Vino a defender el territorio peruano de un último intento español de retomar su dominio colonial y entre otros marinos, Miguel Grau lo rechazó, por lo que el gobierno peruano lo envió a investigar y “descubrir” más del olvidado territorio amazónico.

Fue precisamente esa confusa situación que condujo a Tucker hasta este pequeño mundo sórdido, cargado de aventuras y frustraciones a lo largo de 7 años sobre un territorio que era poco más o menos considerado con el del patito feo de la joven república del Perú. Los apuntes escasos de la época dan cuenta que este norteamericano llegó a Iquitos en 1867 con una misión que era de la explorar la cuenca del Amazonas.

En un artículo que hace algunos meses publicó el suplemento “Domingo” del diario La República con la firma de María Isabel Gonzales, se hace una descripción sostenida en las realidades de los cronistas de esos años, de finales del siglo XIX, que el buen Jhon R Tucker se encontró con “…hormigas coloradas, zancudos insaciables e insectos de alas brillantes integraban el ejército enemigo que acechó al marino  estadounidense John R. Tucker ni bien se internó en la selva peruana.”. Entonces, unas semanas antes el presidente del Perú, Mariano Ignacio Prado lo nombró presidente de la Comisión Hidrográfica del Amazonas, que tenía como tarea recorrer los ríos para decidir – en su opinión- si es que podían ser navegados por los barcos a vapor, muy de moda y de uso corriente en esos tiempos.

Le regatearon de todo, hasta la misma historia que en su mezquindad lo “premia” con una valiosa distinción, ahora a propósito del reconocimiento de la Amazonía como una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo. Tucker es nombrado como “el almirante del Amazonas”, tal como lo señalan en su biografía que es comentada por David P. Werlich, profesor de la Universidad de Southern Illinois, Estados Unidos.

En el mencionado artículo de María Isabel Gonzales se menciona que “…cuando Tucker llegó a Iquitos en 1867, llevaba el Atlas Geográfico del Perú, publicado por Mariano Paz Soldán en 1865. Muchos de los ríos selváticos no aparecían allí y el curso de los que sí estaban consignados era incorrecto.”. Para estar en este lugar donde ahora es la capital de la región Loreto, el marino norteamericano y un equipo de nueve exploradores se trasladó a lomo de mula y quién sabe que también a pie hasta Huánuco. La misma ruta “turística” de la época que comprendía el paso por Chanchamayo y el transporte fluvial en un vapor rumbo a Iquitos.

Con sus aventuras, luego de un viaje de 43 días llegaron a Iquitos. El pueblo era muy jovencito que comparado con la vida humana podría haber sido un bebé de primeros pasos y solamente tenía tres calles que corrían paralelas al Amazonas y ocho transversales que comenzaban en las orillas del río. Pero, ay Dios, tenía las malas costumbres de ciudades viejas y corruptas.

El marino estadounidense y sus hombres fueron testigos del declive. “Un puñado de funcionarios estatales se apropiaba de los subsidios que el gobierno enviaba y tampoco pagaba los sueldos asignados a sus subordinados. Los comerciantes se iban a la quiebra y el incendio de 1872 arrasó con gran parte de la ciudad. Para colmo, una epidemia de viruela obligó a los indígenas, que se dedicaban a la agricultura, a abandonar las chacras y huir al monte.”. Una historia que podría tener coincidencias con la vida de hoy, pero es solamente historia y son las vivencias de uno de los años del siglo XIX.

La articulista del suplemento de La República describe que en un corto tiempo a Tucker dejaron de enviarle dinero y que “…los prefectos exigían favores sexuales a las mujeres más pobres y a sus hijos, esclavizaban a los indios, y los que se quejaban iban a prisión. Los jueces brillaban por su ausencia y hasta los curas eran acusados de extorsión. Proliferaban el alcoholismo, la prostitución y las enfermedades venéreas. Los funcionarios estatales, unos cuantos ingleses de los establecimientos navales asentados allí antes que Tucker y los comerciantes tomaban a las mujeres de la región como sus amantes. Aseguraban que su apasionamiento y gentileza innata eran irresistibles.”

El marino Tucker al llegar al Perú lo hizo contratado por Mariano Ignacio Prado para dirigir las escuadras aliadas de Perú y Chile en contra de España, sin embargo los capitanes peruanos Miguel Grau, Lizardo Montero, Aurelio García y García y Manuel Ferreyros lo rechazaron, ante esta situación Estados Unidos declaró a Tucker como un rebelde no perdonado. Ante esta situación el presidente Prado decidió por “una salida diplomática” que fue nombrarlo presidente de la Comisión Hidrográfica del Amazonas.

A esta mala racha, se suma que encontró mala paga en el gobierno peruano que enfrentó impensados cambios de presidentes de la República y los escasos recursos económicos mantuvo paralizada a la Comisión Hidrográfica por algunos meses, pero ésta al final cumplió con su misión. Formalizó para la ciencia el sistema fluvial oriental más cercano a Lima que es el río Pichis. Su trabajo fue una importante contribución al grandioso documento geográfico que Raimondi publicó entre 1883 y 1900 que es el Mapa del Perú.

Aunque mal paguen, su obra ha quedado entre nosotros. En el suplemento “Domingo” se dice que “…Nadie agradeció a estos hombres por los años que se internaron en la selva y por haber culminado su trabajo en medio de padecimientos, fiebres e infecciones. Cansados de esperar sus pagos, renunciaron a la Comisión en 1874. Ya en Estados Unidos, nueve años después, el viejo marino Tucker, de 61 años, murió de un infarto. Entre los documentos que dejó figuraba un reclamo al gobierno peruano: le debían 1,961.63 soles.”

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