18/1/08

SEXO, ALCOHOL Y ALCAHUETERIA DEL FUTBOL PERUANO

Futbolistas de espaldas al profesionalismo y al
ejemplo del comportamiento

La magalización de los escándalos y los ampayes de la sociedad cholywudense peruana son cuestionados por un sector de la población, pero contrario a esos conceptos y a la censura de sus formas, los peruanos debemos agradecerle a la señora Medina su aporte al descubrimiento de las tropelías protagonizadas por los afamados futbolistas de elite y renombre internacional que con sus actos revelaron las causas de la poca calidad mostrada por nuestra selección. No fue por falta de fútbol en la cancha, sino por el sobrado desgaste de alcohol, sexo y trasnochadas que los ecuatorianos nos aplicaron tal paliza que nos ridiculizó e hizo doler hasta el alma.

Magaly Medina abrió la olla y Jaime Bayly encendió la luz que permitió descubrir la descompostura de algunos jugadores de la selección peruana metidos entre arrumacos, chelas y mujeres de dudosa reputación y nada menos que en el lugar donde estaba concentrada la representación futbolera de Perú.

Como si se tratara de la obtención del título mundial, celebraban un pálido empate con Brasil y a falta de tres días de un partido trascendental para el Perú como el que se perdió por goleada ante Ecuador; los futbolistas hicieron tal papelón, que a decir de los que los conocen y saben porque caminan cerca de ellos, estas lides no son las primeras ni serán las últimas. Vergüenza fuera y dentro de la cancha.

El periodista deportivo colombiano, Carlos Antonio Vélez Naranjo a quien admiro y sigo desde hace más de 30 años por sus serios y atildados comentarios, entonces en la radio del país de la cumbia y ahora cuando se enfunda de “Caballero” en un programa de debate que transmite la televisión internacional desde Fox Sport; en su libro “Fútbol Hoy. Qué es y cómo se juega” escribe de conceptos sobre la formación y calidad de este tipo de jugadorazos. Y sus reflexiones se acomodan muy exactas en los sucesos de la farra peruana. Ojo que el libro se imprimió en 1994.

Carlos Antonio sin justificar las barrumbadas de estos futbolistas explica su condición social y cultural señalando que “casi nunca el jugador tiene la culpa de no saber hablar, por ejemplo, de no saberse comportar en grupo, de no saber lidiar con la fama, de no saber manejar su dinero (…). El hecho de saber pegarle al balón, de saber pararse en la cancha, de saber manejar un buen volumen de información técnico-táctica-física no lo hace un hombre con educación para subsistir luego de terminada su profesión o un modelo de comportamiento fuera de la cancha. Muchos se han perdido, teniendo condiciones deportivas, porque no pudieron manejar conceptos varios, fundamentales, en cualquier actividad humana, como los buenos modales o lo que popularmente llamamos urbanidad…”.

Miremos nomás el listado de infractores de la conducta y la disciplina de ese pésimo episodio. Encontramos jugadores de escasa formación en educación y cultura, de cuya condición no son culpables pero que si son responsables de actitudes que conllevan al rechazo de una sociedad en general que de por sí se encuentra desencantada de los resultados del fútbol nacional y de estos protagonistas. “…para jugar al fútbol hay que tener condiciones y saber vivir. Termina una cosa y sigue la otra, la vida es el género, el fútbol es la especie…”, sentencia el célebre comentarista colombiano.

Frente a esta situación, escuché comentar a una aficionada, con marcada acidez, que el dinero que reciben estos jugadores por patear el balón es tanto que geométricamente está distante de su educación y calidad de personas. La enfadada peruana puso en la balanza de la justicia, la casi siempre odiosa – pero esta vez necesaria- comparación del tiempo y la dedicación a los estudios que ha entregado en su vida cualquier profesional peruano y lo que percibe por su trabajo (si es que actualmente lo tiene) con lo que estos futbolistas han estudiado y reciben como emolumentos, encontrando como resultado un triste desequilibrio, lejos de la equidad que la justicia siempre reclama. Un panorama lamentable en que están futbolistas que apenas saben escribir y articular palabras con bolsillos llenos y profesionales académicos que se quemaron las pestañas por muchos años, sin trabajo ni dinero.

Estos despropósitos que demuestran la escasa calidad de nuestros peloteros, les ha costado la mofa y la burla en sus equipos, todos ellos europeos, e inclusive los justos pagaron por los pecadores, ya que quienes forman parte de esa selección y no estuvieron en el vacilón, también fueron chacoteados en los países del Viejo Continente.

Que el cóndor haya sido perseguido por la prensa y que este hecho le haya causado contrariedades familiares, es asunto de él. Que la foquita haya sido vapuleado hasta el punto que la empresa de celulares que lo tenía como uno de sus símbolos haya procedido a retirarlo de los paneles, afiches, vídeos y de cualquier elemento publicitario, previa rescisión de contrato y la devolución de muchísimo dinero recibido, es tema que él lo ha buscado. Y así los otros también. Todo esto es una yaya producto de la escasa calidad de nuestros futbolistas incluido Pizarro y su amigo pizarrón.

Carlos Antonio Vélez trata el tema diciendo que “… no creo que sea necesario, a esta altura de la vida, gastar mucho tiempo para que el jugador comprenda que no debe irse de farra la noche anterior al partido (…) si a alguien le cuesta portarse bien, lo mejor sería dejarlo fuera del equipo. No importa que tenga condiciones, porque éstas no podrán ser usadas por un buen tiempo y de la mejor manera, por que aquello lo va impedir (…). Un jugador que no entienda estas cosas no es profesional (….). De las alcahueterías a las estrellas sólo quedan posteriores remordimientos “.

El fútbol es la popularidad efímera a la que accede lamentablemente un alto porcentaje de personas de escasa cultura y educación, cuya situación no es patrimonial de los peruanos, sino que también les sucede a los europeos que derivan en escándalos y bacanales que avergüenzan al deporte, perdón quise decir al fútbol mundial.