Enrique Rodríguez Morales es para mi uno de los cerebros más valiosos que tiene Loreto y la Amazonía, que por cuestiones circunstanciales, el trabajo de su padre un notable loretano, nació en Lima. A pesar de esas circunstancias el buen kike, se desplazó por otras tierras en su formación y hasta hacia lejanas tierras extranjeras del Viejo y Nuevo Mundo, se forjó en conocimientos que a la corta y a la larga le sirven a las tierras cubiertas de verde del Perú.
Y es Enrique Rodríguez, el limeño- loretano, que decidió invertir su capital en Iquitos apostando por el turismo, nuestra cultura, historia y realidad amazónicos. Y es precisamente en este trance de situaciones que nos acomodamos, un día de esos que marcaba el final del año pasado y el principio de este para reflexionar sobre lo que fue el caucho y su decidida “intromisión” en la vida de los peruanos de esta parte del país.
Entonces hablamos sobre la necesidad de reverdecer el proyecto de recuperar la calle del Oro o la Vía del Caucho, de hacerla peatonal y convenir con el vecindario de la calle Raymondi, desde la plaza de Armas iquiteña hasta la plaza Castilla, para que acondicionen sus casas a la usanza de la pomposa época del caucho. Tomando la célebre oración de que “soñar no cuesta nada”, Enrique y yo quebrábamos la seriedad de nuestra conversación para referirnos al poco interés de nuestras autoridades por fijarse en proyectos turísticos urbanos que le den a Iquitos el interés que debe tener el visitante. Para que esta ciudad sea más que una parada en el tránsito a la selva y sus albergues.
Finalmente Kike Rodríguez, tras tantas palabras, inspiró unos párrafos que hoy hago más público que de costumbre y que él mismo lo pone más visible en un banner de colores, que son semejantes a los gráficos de la época del boom shiringuero, para saludar a sus visitantes en su ya famosa “Taberna del Cauchero” de Iquitos. Aquí podrán leer lo que es un pensamiento, que me parece bien ubicado sobre esos viejos tiempos.
“Al iniciarse la explotación del caucho, hacia 1885, Iquitos se convierte en el centro de gravedad de la economía mundial. La shiringa nos hace parte de la cadena productiva de la industria automotriz en expansión. Henry Ford fabricaba los autos, Loreto le ponía las llantas de caucho.
Diseñada por un arquitecto francés, Iquitos es una ciudad europea del siglo XIX, con 108 monumentos y una arquitectura urbana futurista. El Malecón Tarapacá, sus amplias calles, las instalaciones portuarias, el tren urbano, la factoría, el desarrollo industrial son el reflejo de una visión exitosa de una clase empresarial moderna y revolucionaria que vivió en medio de una gran efervescencia política y cultural.
Iquitos es una ciudad cauchera con alma y personalidad. Su carácter cosmopolita y su fisonomía urbana, son el resultado de un proceso de sincretismo cultural armónico, entre la cosmovisión amazónica y el aporte de la migración extranjera.
La era del caucho sobrevive en el imaginario social amazónico como una etapa de éxito y progreso. No se trata pues de añorar el pasado, sino de fortalecer una visión de desarrollo a partir de nuestra historia.
Iquitos es el centro de gravedad geopolítica de Sudamérica. El pasado nos debe servir para proyectarnos hacia el futuro asumiendo un papel protagónico en el proceso de globalización que vive el mundo.” Enrique Rodríguez Morales
Y es Enrique Rodríguez, el limeño- loretano, que decidió invertir su capital en Iquitos apostando por el turismo, nuestra cultura, historia y realidad amazónicos. Y es precisamente en este trance de situaciones que nos acomodamos, un día de esos que marcaba el final del año pasado y el principio de este para reflexionar sobre lo que fue el caucho y su decidida “intromisión” en la vida de los peruanos de esta parte del país.
Entonces hablamos sobre la necesidad de reverdecer el proyecto de recuperar la calle del Oro o la Vía del Caucho, de hacerla peatonal y convenir con el vecindario de la calle Raymondi, desde la plaza de Armas iquiteña hasta la plaza Castilla, para que acondicionen sus casas a la usanza de la pomposa época del caucho. Tomando la célebre oración de que “soñar no cuesta nada”, Enrique y yo quebrábamos la seriedad de nuestra conversación para referirnos al poco interés de nuestras autoridades por fijarse en proyectos turísticos urbanos que le den a Iquitos el interés que debe tener el visitante. Para que esta ciudad sea más que una parada en el tránsito a la selva y sus albergues.
Finalmente Kike Rodríguez, tras tantas palabras, inspiró unos párrafos que hoy hago más público que de costumbre y que él mismo lo pone más visible en un banner de colores, que son semejantes a los gráficos de la época del boom shiringuero, para saludar a sus visitantes en su ya famosa “Taberna del Cauchero” de Iquitos. Aquí podrán leer lo que es un pensamiento, que me parece bien ubicado sobre esos viejos tiempos.
“Al iniciarse la explotación del caucho, hacia 1885, Iquitos se convierte en el centro de gravedad de la economía mundial. La shiringa nos hace parte de la cadena productiva de la industria automotriz en expansión. Henry Ford fabricaba los autos, Loreto le ponía las llantas de caucho.
Diseñada por un arquitecto francés, Iquitos es una ciudad europea del siglo XIX, con 108 monumentos y una arquitectura urbana futurista. El Malecón Tarapacá, sus amplias calles, las instalaciones portuarias, el tren urbano, la factoría, el desarrollo industrial son el reflejo de una visión exitosa de una clase empresarial moderna y revolucionaria que vivió en medio de una gran efervescencia política y cultural.
Iquitos es una ciudad cauchera con alma y personalidad. Su carácter cosmopolita y su fisonomía urbana, son el resultado de un proceso de sincretismo cultural armónico, entre la cosmovisión amazónica y el aporte de la migración extranjera.
La era del caucho sobrevive en el imaginario social amazónico como una etapa de éxito y progreso. No se trata pues de añorar el pasado, sino de fortalecer una visión de desarrollo a partir de nuestra historia.
Iquitos es el centro de gravedad geopolítica de Sudamérica. El pasado nos debe servir para proyectarnos hacia el futuro asumiendo un papel protagónico en el proceso de globalización que vive el mundo.” Enrique Rodríguez Morales